LA ECONOMÍA ESPAÑOLA DEL SIGLO XIX


El Siglo XIX en España, comenzó con una grave crisis que se extendería desde 1814 hasta 1844. La Guerra de Independencia, que enfrentó a España contra la Francia Napoleónica, provocó una gran debilidad institucional y política en España, que llevó consigo la emancipación de América. Estos dos desastrosos eventos dejaron la economía española en un estado penoso, al empeorar el crónico problema de la deuda pública. Posteriormente durante la Década Moderada, con Narváez al frente, hubo cierta recuperación, aunque anclada en el proteccionismo económico, que impedía un verdadero despegue económico.

Dada la situación económica, se llevaron a cabo una serie de reformas económicas. Entre estas reformas destacan la desamortización eclesiástica de Mendizábal y, más tarde, la civil de Madoz, el desarrollo de la Ley de ferrocarriles y la Ley bancaria. 

La desamortización de Mendizábal fue un proceso en el cual se emitió un conjunto de decretos de expropiación y ventas de terrenos y otras propiedades de la iglesia católica. El objetivo principal de estas desamortizaciones era la de obtener capital para la guerra frente a los Carlistas. Por otro lado, por la desamortización de Madoz se declaró en estado de venta todos los precios rústicos, los urbanos, censos y foros pertenecientes al Estado, al clero y cualesquier otros pertenecientes a manos muertas.

Esto impulsó el capitalismo español y provocó un progreso económico que logró el pleno empleo y calma social.

Sin embargo, la crisis de la bolsa londinense de 1866 fue demoledora para España ya que el capitalismo español tenía una gran dependencia de inversiones extranjeras que al retirarse, congelaron la economía española, provocando grandes desajustes económicos como paro, precios altos y carencia de subsistencias. Sin embargo, el fuerte proteccionismo y el impulso del capitalismo desde el Estado produjeron cierto progreso hasta finales de siglo.

El liberalismo económico se implantó lentamente en la España del siglo XIX, cuya economía se caracterizó por un crecimiento lento y un atraso respecto a otros países europeos.


Tenemos que tener en cuenta que la mayoría de la población española en el siglo XIX trabajaba en la agricultura, caracterizada por la desigual distribución de la tierra y el atraso tecnológico. No obstante, se llevaron a cabo importantes cambios en la agricultura como la abolición de los señoríos, las desamortizaciones, entre otras. Pero no se hizo un reparto de tierras entre los campesinos y por ello la reforma agraria no fue exitosa. Por ello, la agricultura española del XIX es tenía un profundo retraso.


Respecto a la industria, el siglo XIX se caracterizó en España por el fracaso de la revolución industrial, en parte por contar con una burguesía poco inversora. En consecuencia, la industria española dependió del capital y de la tecnología extranjera. La industria textil se concentró en Cataluña, donde pronto se introdujo la nueva maquinaria. La industria siderúrgica era muy débil debido a la poca demanda y al alto precio y la baja calidad del carbón nacional.

En cuanto al desarrollo de los transportes, se construyeron carreteras, factor muy importante en el desarrollo del comercio del país. Sin embargo, el desarrollo del ferrocarril y de la red ferroviaria resultó deficitario.

En definitiva, la palabra que define la economía española del siglo XIX es retraso. Por culpa de este retraso, España se vio estancada económicamente, perdiendo productividad y competitividad respecto a las potencias europeas vecinas, lo que tendrá repercusiones en el siglo siguiente.


Comentarios

Entradas populares